Guerra del Chaco |
ROSTRO DE MUJER EN LA GUERRA DEL CHACO |
Dr.Antonio Dubravcic Luksic
Socio de la Sociedad Geográfica y de Historia “Sucre”
Trabajo presentado en el II Encuentro Nacional sobre la Guerra del Chaco
(La Paz 19-21 junio 2014)
El rol de la mujer en la Guerra del Chaco es un tema que normalmente no es
considerado en la historiografía, ya que solo tiene espacio para los soldados,
el papel de las
mujeres en la Guerra del Chaco tuvo varios rostros, fueron madres, esposas,
hijas, enfermeras, madrinas, espías y hasta prostitutas, su rol fue fundamental
para la supervivencia de las tropas, que necesitaban ser alimentadas, vestidas y
curadas.
Así lo revela la recopilación histórica de los coroneles Claudio Sevillano Villavicencio (director general Territorial Militar del Ministerio de Defensa) y Enrique Zegarra Gómez, publicada en la revista Enfoques.
Los soldados recibieron gran apoyo de la mujer boliviana, algunas de ellas viajaron a la zona de conflicto llevando cigarrillos, jabones, chompas, víveres, frazadas, revistas, libros, se quedaron, durante un tiempo, como enfermeras en los hospitales de campaña.
Además de
los soldados que acudieron a esta nefasta guerra, algunas mujeres se enrolaron
como enfermeras, aun sabiendo que en el campo de batalla podían perder su vida,
algunas murieron en el cumplimiento del deber, otras cayeron enfermas, víctimas
del ardiente y malsano clima de la región y no faltaron quienes fueron
capturadas por las fuerzas paraguayas, en toda esta labor desplegada, estuvo
presente el amor por la Patria.
Cuando se inició el conflicto bélico entre Paraguay y Bolivia en 1932, una parte
muy importante de la sociedad boliviana organizó grupos denominados: “madrinas
de guerra”, Se consideró uno de los actos colectivos de mayor importancia, el
hecho de que los soldados que asistieron a la Campaña del Chaco nombraron
“madrinas de guerra”. (1)
La señora Bethzabe Iturralde, recibió la autorización del Ministerio de Guerra y
Colonización, en el mes de julio de 1932 para organizar a nivel nacional la
agrupación “Madrinas de Guerra”.
Esta filial, en la ciudad de Sucre, estuvo
presidida por la Sra. Clotilde Urioste de Argandoña, Vicepresidentes las señoras
Beatriz de Herrera y Luz U. de Álvarez. (2)
En Sucre en el mes de octubre de 1932 la Asociación de Maestros organizó la
Legión de “Madrinas de Guerra”, en su convocatoria manifestó el deseo de
estimular el sentimiento patriótico de las damas de Sucre, las partes más
salientes de ese manifiesto expresó:
“las señoras y señoritas, comprenden que la Patria es obra común, la historia de
Bolivia, está llena de nobles acciones y del patriotismo de sus hijas. El
soldado es el guardián de la heredad patria y del honor nacional; la mujer es el
corazón que alienta a éste como una hoguera sagrada. La misión de las Madrinas
es estimular a todos los soldados con su palabra, una frase de afecto, una
sonrisa, la ayuda no se refiere a crear obligaciones pecuniarias, o compromisos
onerosos. Hay ayudas morales que valen más que todos los tesoros, un consejo
cariñoso, una buena noticia oportuna, una palabra de aliento, sirven más que un
donativo material” (3)
Ellas por iniciativa propia tuvieron la costumbre de obsequiar a los soldados un
escapulario con imágenes santas, conocido con el nombre de “detente”, que los
“ahijados” cosieron a modo de amuleto, en el bolsillo interior de sus chaquetas.
(4)
Los soldados reconocieron la importante labor de estas mujeres, muchos de ellos
las consideraron elementos indispensables para su bienestar, en medio del
hambre, la sed, el dolor y las balas.
El papel que desempeñaron estas mujeres en la conflagración, fue considerado
como “ángeles guardianes”, sirvieron de guías, de inspiración, dieron al soldado
boliviano la confianza y el valor en los difíciles momentos del combate.
Durante la guerra del Chaco, las mujeres también asumieron otros roles, en las
ciudades, llenando los espacios dejados por los varones, alrededor de unos
50.000 partieron al frente. (5)
En las ciudades, muchas mujeres se
organizaron en ligas para prestar apoyo y ayuda a los soldados que fueron a la
guerra y a sus familias. En Santa Cruz recordamos a las Damas de la
Misericordia, las Damas de la Liga Filial del Progreso.
La Cruz Roja Boliviana, existe desde el siglo XIX, estableció un cuerpo de enfermeras. Los colegios, las asociaciones de damas se organizaron para ofrecer a los soldados escarapelas, galletas, cigarrillos.
Hicieron campañas para recolectar ropa, confeccionaron uniformes, ropa interior, sábanas, mosquiteros. (6)
Dicha labor fue reconocida por la sociedad, como se menciona en la prensa de la época: “Las mujeres están llevando una labor cuya magnitud no es posible todavía medir; esta poderosa fuerza espiritual que parte el alma de las mujeres bolivianas sea también el arma formidable e incruenta de la defensa”
Ese fue el propósito de las kermeses y demás actividades organizadas por la Sociedad Patriótica de Señoras, que agrupaba a las mujeres de la alta sociedad paceña, recolectando fondos (7)
Felipe
Ramírez Ríos(8) en su relato titulado “Las mujeres uyunenses en
la Guerra del Chaco” describe lo siguiente: “De
los varios relatos que me transmitieron mis padres quiero narrarles lo que he
denominado un día en la vida de una mujer uyunense durante la Guerra del Chaco.
Esta es la historia:
La señoras
Mauricia Vda. de
Aróstegui y Dominga
Claros nos convocaron para reunirnos de inmediato en su casa, ya que se
anoticiaron que un nuevo tren con nuestros soldados pasaría esa noche por Uyuni
y había que preparar el recibimiento tal como lo estamos haciendo desde que
comenzó el conflicto, nosotras en la agrupación “Pro titanes del Chaco” así como
otras señoritas
y señoras en “la Liga patriótica de señoras”, desempeñaron sus labores, unas
saliendo a las calles a recolectar dinero y vituallas de todas las familias
uyunenses, otras cosiendo pequeñas talegas de tela distribuyendo porciones de
“phasankalla” (maíz reventado al fuego con azúcar) , coca y un paquete
de cigarrillos de
tabaco boliviano sin refinar los “maithukus”, en todos ellos ponemos con mucho
cariño una pequeña hoja impresa con palabras de aliento y apoyo moral, frases
como “viva Bolivia, valor en el combate, la Patria les agradecerá siempre, por
Bolivia y por sus familias defendamos el petróleo”. Para amenizar el trabajo y
levantar también nuestro espíritu patriótico cantamos cuecas con letras que
hemos cambiado y las hemos vuelto alegóricas al conflicto, o como el caso de la
cueca del “Destacamento 111”
“Mañana me voy, al chaco Boreal
aunque los pilas me estén matando
adiós
negrita no has de llorar por mí…”
A todas las mujeres benditas que perdieron hijos, enterraron solo la carta que recibieron del Comandante en Jefe del Estado, nunca supieron dónde quedó el cuerpo de su hijo. Esas mujeres que siendo “madrinas de guerra” acompañaron a los soldados, curaron sus heridas y sacaron sus pañuelos blancos para despedirlos en las estaciones del tren, a esas que los siguieron durante la campaña, a la Mujer boliviana, esposa, compañera, madre de familia, madrina, enfermeras, religiosas, la historia dirá algún día cuan valiente fuiste, eres y lo serás (9)
Elvira Cárdenas Román, se refiere a las "madrinas de la guerra", quienes eran nombradas por los combatientes o reservistas, ellas eran sus enamoradas, tías, hermanas, señoras y señoritas, citamos lo expresado por Frida de Brindley, en la siguiente nota: "mi deseo vehemente es que mis ahijados, actúen en defensa del patrimonio nacional con toda suerte, demostrando la valentía del soldado boliviano, que en la hora presente, lucha por el derecho y la justicia que le asiste sobre el suelo patrio del Chaco" (10).
ENFERMERAS
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fotografía de autor anónimo
(1932-1035)
Guerra del Chaco. | Fotos: Cesu UMS - Agencia
En la línea de
fuego, a las enfermeras, les ha tocado vivir los momentos más crudos de este
conflicto. Ellas tenían la triste misión de salvar vidas destrozadas por la
metralla.
Los hospitales de campaña eran vetustas instalaciones en las que los cadáveres
iban sumando rápidamente.
Las enfermeras tenían el mandato de atender solamente a los
heridos que tenían la certeza de sobrevivir, no así a los soldados que tenían
órganos vitales comprometidos o heridas, que por su gravedad ya no auguraban en
el combatiente, más vida que la que le permita su triste y dolorosa agonía.
Entre alaridos espantosos, ellas tenían también proveer un último consuelo a los
moribundos. Cuando la muerte se acercaba, el soldado rogaba que se comuniquen
con sus familiares y para avisar de su muerte como valiente y no como cobarde, “dile
a mi mamita que la amo”, “dígale...”.(10)
En su mayoría las enfermeras correspondían a las religiosas alistadas desde
diferentes ciudades de Bolivia y a jóvenes voluntarias que se enrolaron en la
más temible aventura de sus vidas.
ISABEL ALDANA CAVERO
(Sucre, 1907 – 2003)
Matrona, Enfermera, El Ministerio de Educación le otorgó el título de Matrona en febrero de 1934. La Universidad de San Francisco Xavier de Chuquisaca le concedió el de enfermera en marzo de 1936. Partió rumbo al Chaco en el mes de agosto de 1932, junto a las siguientes enfermeras: Nena Cors, Herminia León, Constantina Melgarejo, Isabel Taboada, Hortensia Nava Ruiz, Carmen Daza y Aurora Imana, bajo la dirección del Teniente coronel médico: Dr. Ezequiel L. Osorio. Durante la campaña del Chaco, trabajó en el hospital Militar de Villamontes, posteriormente desempeñó sus funciones en el Hospital Militar nº 2 de Tarija, Finalizada la contienda bélica, brindó sus servicios como enfermera-matrona en el hospital de Chocaya Departamento de Potosí. Posteriormente trabajó en la maternidad del Hospital Santa Bárbara de Sucre. Finalmente de 1959 a 1976 se desempeñó como enfermera obstetra en la Caja Nacional de Seguridad Social. (11) |
ANGÉLICA ORDÓÑEZ
En la
localidad de Las Lomas, a 12 kilómetros de Macharetí (Chuquisaca), vive
la única mujer sobreviviente de la Guerra del Chaco: Angélica Ordoñez,
que ha cumplido 101 años. El 26 de marzo del 2013 recibió la medalla
“Mariscal Andrés de Santa Cruz” en reconocimiento a su valentía y sus
servicios prestados en el campo de batalla. Si bien su longevidad es un
hecho que llama la atención, mucho más aún es la lucidez con la cual
llegó a esa edad, |
“La señora Ordóñez fue una de las mujeres
que tuvo que prestar sus servicios durante la guerra. Luego de ser avasallada en
su propio domicilio por el ejército enemigo, escapó junto a su familia y después
se enroló en el ejército boliviano, donde trabajó como enfermera” (12)
Según contó su nieta, Rosario Colodro. El momento más emotivo fue cuando
Angélica Ordoñez, con sus 102 años, llegó a la ciudad de Sucre, el 24 de mayo
del 2012, en el Museo Militar Mariscal Sucre, donde se realizó la ceremonia de
condecoración. Había viajado 12 horas casi continuas desde Macharetí, para no
faltar a la cita, “Mi abuelita, siempre nos ha dicho que fue bastante triste
para ella, porque estaba embarazada cuando se inició la guerra. Nació su hija y
lamentablemente tuvo que dejarla para ir a la guerra como enfermera” (13)
MARÍA JESÚS BELLOT
Fue otra de esas valientes enfermeras que cumplió su misión en el hospital de
Macharetí, “El Diario”, en su edición del 10 de enero de 1935, titulaba:
“Una digna enfermera” y más adelante señalaba, “se encuentra en el hospital de
Miraflores la señorita María Jesús Bellot, que permaneció en el hospital de
Macharetí, quien adolecía de una enfermedad contraída en servicio, fue atendida
por la Cruz Roja”.
JUANA MENDOZA PEDRAZA, nacida en Roboré (Santa Cruz)
En el 2002, el periodista boliviano Mauricio Carrasco recibió el Premio de
Periodismo Humanitario “Henry Dunant”, otorgado por el Comité Internacional de
la Cruz Roja para Latinoamérica, por el reportaje titulado “Héroes olvidados: El
recuerdo de una voluntaria de la Cruz Roja en la Guerra del Chaco”. Carrasco
describió la historia de esta mujer que se enroló junto a sus amigas Pablita,
Estefanía y Margarita como enfermeras en la contienda del Chaco.
“Llegamos al Fortín Ravelo”, relató Juana a tiempo de señalar que a los pocos
días comenzaron a llegar los heridos. “… Y vimos, piernas y brazos desprendidos
de sus cuerpos, hombres que agonizaban y gemían de dolor”.
A los seis meses, las cuatro enfermeras fueron trasladadas al Fortín Pozo del
Tigre y allí realizaron su labor en pleno frente de batalla, recogiendo a los
heridos con los camilleros sin “importarles los disparos”.
MARÍA JOSEFA SAAVEDRA
Ingresó como enfermera voluntaria en la Cruz Roja Boliviana en el Hospital
Militar No.1, colaboró en la curación de heridos y enfermos; en la provisión de
vituallas y ropa; en la atención de la sección cartas de los familiares a los
soldados, participó en la instrucción a las enfermeras. Con el grado simbólico
de Brigadier Mayor, prestó sus servicios a los heridos que llegaban al Hospital
Orihuela, situado en la ciudad de La Paz.
FRANCISCA NIETO PANDO
Nació en Oruro el 2 de septiembre de 1904 y murió en La Paz, a los 97 años, el 5
de abril de 2001. Realizó sus estudios en el colegio “El Carmen” de Oruro y
posteriormente en el Liceo de Señoritas de La Paz. En 1949, recibió el título de
enfermera profesional, labor que desempeñó durante toda su vida con entrega y
sacrificio.
Durante la Guerra del Chaco, sirvió en el Hospital Militar de Sangre Nº 1 y en
el Hospital del Banco Central, los soldados heridos, a quienes cuidaba y
atendía, la llamaron “Mamita Panchita“.
En 1944, cumplió esas mismas funciones en el Centro Materno Infantil de la Cruz
Roja Boliviana, atendió, como representante de la Cruz Roja Boliviana, a los
presos políticos de varios gobiernos, entre ellos a los confinados en la Isla de
Coati del Lago Titicaca en 1942, a los de Corocoro durante el gobierno del MNR.
En esta misma etapa, atendió a los heridos de la revolución del 52.
Por sus méritos, recibió la condecoración “Antonia Zalles de Careaga”, de la
Cruz Roja Boliviana y “Florence Nightingale,” del Comité Internacional de la
Cruz Roja. En 1985, la Cruz Roja Boliviana instituyó la medalla a la constancia
con el nombre. Francisca Nieto Pando, “Panchita”.
ALICIA COSÍO
Fue de las primeras en ir al frente de batalla, mujer fuerte heroica y noble que
traía en sus pupilas la impresión de todas las angustias vividas en la Guerra.
Guardó en su corazón como reliquia el último encargo de los valientes y el
postrer suspiro de los que se fueron para no volver más. Alicia Cosío, durante
ocho meses vio desfilar ante sus ojos a centenares de heridos, ha mitigado con
cariño indistintamente, la agonía del soldado de ojos azules, o el quejido del
obrero y los estertores del indio.
Le gustó cuidar a los enfermos, trabajó bajo la dirección del doctor Ibáñez
Benavente en el Hospital de Miraflores, cuando se produjo el conflicto con el
Paraguay ofreció sus servicios a la Cruz Roja, como contaba con varios años de
práctica la destinaron al Fortín Muñoz. Fue una de las primeras enfermeras en
partir al Chaco, dejó su hogar y a sus ancianos padres,
Ella relató en una entrevista: “El camino fue largo y penoso, antes de llegar a
Fortín Muñoz tuve que intervenir en un accidente con lamentables consecuencias;
mis recuerdos se confunden, he visto tanto, me hallo aún bajo la impresión del
estampido de los cañones que rasgan el espacio con ligeras intermitencias,
ruidos furiosos y ensordecedores, aquí un herido que con voz dolorida me pedía
que le ayudara a rezar, allá un soldado que me confiaba sus últimos encargos,
otros que pedían al médico que los diera de alta para ir nuevamente a la línea
de fuego, otros que en su delirio llamaban a sus madres, pero los más querían
abandonar el lecho para continuar en su puesto, combatiendo” (14)
DOMITILA MIRANDA
JEREZ
"Después de dos años y seis meses de haber
convivido entre heridos, cadáveres y fusiles no tiene miedo a la muerte
y estaría dispuesta a agarrar un arma y disparar si alguien la ataca”.
Relató con entereza a pesar de sus 92 años. |
Otra de las cosas que
siempre quedó grabada en su mente es que de “las catreras” tiraban los cadáveres
como sapos al suelo para que una máquina los recogiera y los arrojara en una
fosa común, donde eran enterrados juntos, bolivianos y paraguayos.
El tramo entre Charagua y Villamontes fue donde se registró la matanza más
grande de los paraguayos, allí se suscitaron los combates más sangrientos, que
antecedieron el fin del conflicto bélico. Doña Domi como la llaman familiarmente
expresó: “Los pilas querían invadir Camiri y, con eso, lo demás era más
fácil”. (15).
MARTHA MENDOZA LOZA
Nació en el centro minero de Llallagua, su padre intelectual, político, escritor
y médico: Jaime Mendoza, su madre Doña Matilde Loza de Mendoza.
En la década de los 30, Martha fue una joven agraciada y de baja estatura.
Al igual que Martha, su hermana Tula, expresaron sus sentimientos frente a la
tragedia de la guerra y al sufrimiento del soldado anónimo, en un hermoso poema
que gano el primer premio, en un concurso convocado por el Ateneo Femenino en
1935; el segundo premio lo ganó Yolanda Bedregal y el tercero le correspondió a
Martha Mendoza. El poema ganador inscrito con el pseudónimo “madrina de guerra”
se llamó:
Canto al soldado desconocido
En media noche, en la puerta de la choza
Que está cerrada solloza
Afuera, como un lamento
El monorritmo del viento
Y allí dentro están los hijos del soldado
Uno, dos ,tres, cuatro ,cinco…en el helado
Suelo, con sus cuerpecitos esparcidos.
……………………………………………….
¡Soldado que te perdiste,
Soldado desconocido
Así yo también te siento
Como el niño en el lamento
Del viento en la choza triste
Soldado tu eres el viento!
El ulular del viento, que tanto impresionaba a los Mendoza, anunció más muertes,
en los campos de batalla, los combates se hacían cada vez más encarnizados
cobrando sus víctimas, especialmente en el frente Este de Nanawa. El gobierno se
hallaba desalentado y buscaba culpables del desastre, denunciando de derrotista
a todo aquel que abogaba por el pacifismo. Por supuesto entre ellos se contaba
Marta Mendoza. (16)
RELIGIOSAS PONTIFICIAS FUERON UN APOYO IMPORTANTE EN LA GUERRA DEL CHACO
Las religiosas
de la “Congregación de las Hermanas Pontificias”, ahora conocidas como
las “Misioneras Cruzadas de la Iglesia”, realizaron un trabajo
importante en la contienda de la Guerra del Chaco, atendiendo a los
heridos que llegaban con vida y preparándoles de forma espiritual en las
parroquias del campo. La fundadora de la congregación: madre Nazaria
Ignacia, dispuso que las religiosas de la congregación realicen
funciones de enfermería. |
|
La Madre Nazaria Ignacia March y Mesa, Nació el 10 de enero de 1889 en Madrid-España. En 1912, inicio su noviciado junto a 9 compañeras en Oruro-Bolivia. Nazaria Ignacia murió en Buenos Aires, el 6 de julio de 1943, dejando una estela de santidad. Sus restos, según su deseo póstumo, fueron trasladados a la casa Matriz de Oruro, el 18 de junio de 1972. La Conferencia Episcopal Boliviana, las Hermanas Misioneras Cruzadas de la Iglesia, y el pueblo de Bolivia, pidieron a Su Santidad Juan Pablo II, que la madre Nazaria Ignacia sea reconocida en santidad y mostrada al pueblo de Dios como ejemplo de imitación o inspiración para todos. Fue Beatificada por S.S Juan Pablo II en Roma el 27 de septiembre de 1992, su fiesta es proclamada el 6 de julio de cada año. (18) |
LAS “HERMANAS DE SANTA ANA”
|
Estas religiosas
brindaron sus servicios a la Sanidad Militar y a la Cruz Roja, una
comunicación telegráfica enviada desde Sucre, se puso a disposición del
gobierno 60 hermanas, esta actitud valerosa fue motivo de elogios por la
prensa escrita. La Razón en sus párrafos señaló: “Han recibido las
Hermanas de Santa Ana, orden de movilizarse. El 11 de mayo de 1933
partieron al Chaco las primeras cinco hermanas, para atender el hospital
de Sangre, situado en Fortín Ballivian. Estas hermanas fueron: Sor Ana
Julia Covalchini, Sor Ana Virginia Arnone, Sor Ana Benjamina Gardelli,
Sor Ana Regina Cabrera y Sor Ana Paulina Negri”. Sor Ana Bernardetta
Soria Galvarro, en su calidad de enfermera recibió la Medalla “Florencia
Nightingale” Premio Internacional otorgado a la mejor enfermera.(19) |
En 1934 el General Enrique Peñaranda, Comandante en Jefe del Ejército condecoró con la Medalla de Guerra a cinco religiosas de las Hijas de Santa Ana.
El Dr. Gastón Cornejo
Bascope, en una comunicación personal manifiesta:
“La Madre VIRGINIA ARNONE, en la fotografía precedente, es la última derecha de
la primera fila sentadas, fue durante la primera fase de la guerra del Chaco, la
Madre fue la Encargada del Pabellón Quirúrgico, inicialmente del hospital de
Retaguardia No 6 de Cochabamba; luego asistió al propio escenario de la guerra
en el Chaco y después retornó a sus funciones en el hospital “Viedma” de
Cochabamba. Fue una gran Enfermera, Jefe de Quirófano durante muchos años. Se la
conoció como tal en la década del 60 hasta el 80 del siglo pasado, muy respetada
y de gran experiencia. ( con 50 a 60 años de servicio)
En los últimos días la visité donde estaba alojada en una Casa de Reposo. Me
reconoció perfectamente a pesar de su avanzada edad. Falleció santamente en
Cochabamba”. (20)
MUJERES ESPÍAS.
En 1934, mientras paraguayos y bolivianos luchan a muerte en las candentes arenas chaqueñas, el Servicio Secreto Boliviano, alistó un operativo, de Potosí salio la noticia de la instalación de un Consulado de Paraguay en La Quiaca, (Argentina). La posición fue estratégica, pues el grueso del Ejército boliviano pasó por Villazón, a metros de la frontera.
Rosita Aponte trabajaba en el Parlamento antes de ser entrenada por el SSB y
destinada a Villazón, conjuntamente un grupo de Inteligencia integrado por las
damas Adela Bello, Elvira Llosa y otras, junto con Gastón Velasco y Carlos
Ackerman, experto en cajas fuertes. La bella cruceña abrió una pensión cerca de la legación diplomática guaraní y, con la complicidad de sus dos amigas, conquistó a los funcionarios consulares, a quienes invito a un baile. Todo estaba planificado. Ellas ingresaron como ciudadanas peruanas. Una noche, mientras los paraguayos se divertían, Velasco y Ackerman ingresaron al Consulado y sustrajeron de una caja fuerte documentos que permitieron descubrir la red de espías que funcionaba en suelo boliviano. “Cayeron argentinos, paraguayos, chilenos y hasta bolivianos ligados a ellos. Los agentes secretos bolivianos lograron descubrir la red”. (21) |
Rosita Aponte trabajaba en el Parlamento antes de ser entrenada por el SSB y
destinada a Villazón, conjuntamente un grupo de Inteligencia integrado por las
damas Adela Bello, Elvira Llosa y otras, junto con Gastón Velasco y Carlos
Ackerman, experto en cajas fuertes.
La bella cruceña abrió una pensión cerca de la legación diplomática guaraní y,
con la complicidad de sus dos amigas, conquistó a los funcionarios consulares, a
quienes invito a un baile. Todo estaba planificado. Ellas ingresaron como
ciudadanas peruanas.
Una noche, mientras los paraguayos se divertían, Velasco y Ackerman ingresaron
al Consulado y sustrajeron de una caja fuerte documentos que permitieron
descubrir la red de espías que funcionaba en suelo boliviano. “Cayeron
argentinos, paraguayos, chilenos y hasta bolivianos ligados a ellos. Los agentes
secretos bolivianos lograron descubrir la red”. (21)
MUJERES DEL
“DESTACAMENTO L”
El Comando Superior pensó que había
llegado el momento de atender otras necesidades del combatiente.
En la primera mitad de la campaña, las penurias físicas y la pobrísima
alimentación, adormecieron el deseo sexual.
Un día de abril,
ante la expectativa de la población de Ballivián, llegó un avión
conduciendo a trece prostitutas dirigidas por una celestina. Las
esperanzas de la soldadesca quedaron defraudadas los primeros días. |
El hecho de que la
Sanidad Militar supiese que padecían de enfermedades venéreas, no fue óbice para
que el “Destacamento L” continuase su gira hasta terminar, más tarde, en
Villamontes donde se instaló la famosa “Casita Blanca” que era el burdel más
famoso en esta parte del continente. Allí llegaron a prestar sus servicios
mujeres llegadas no sólo desde el interior del país, sino también de países
vecinos, principalmente Chile y Argentina. La conductora del grupo, a quien
aparte de su volumen físico era conocida como “La Trimotor”, por su capacidad
para atender y despachar soldados, de tres en tres, se convirtió en una de las
figuras más populares de la campaña. (22)
BIBLIOGRAFIA.-
Velasco Isabel las valientes mujeres madrinas de guerra octubre
de 2010
Calvo Ayaviri G. A 77 años de la Guerra del Chaco 1932 -1934; Imprenta IMAG
Sucre 25 de mayo de 2009
Quinteros Aramayo M. “La Guerra del Chaco en el sentimiento orureño” Oruro
agosto 2012
Lema Garrett Ana María Bolivianas en la historia: ideales, servicios y luchas
LAZOS Revista de la Fundación UNIR Bolivia Año 5, Nº 8, pág. 13 La Paz 2010.
Ramírez Ríos F. Las mujeres uyunenses en la Guerra del Chaco 25 de agosto de
2013
Cárdenas Elvira, "Oruro en la Guerra del Chaco” Diario “La Patria” noviembre de
2011
Durán Jordán, F; Seoane Flores, A.M; “El complejo mundo de la mujer durante la
Guerra del Chaco” Coordinadora de Historia/Ministerio de Desarrollo Humano-La
Paz 1997
Ugarte Arce J.: La Guerra del Chaco y las “Hermanas de Santa Ana” Arch.Bol. de
Historia de la Medicina Vol. 7 Nº 8 y Vol. 8 Nº 1 Julio 2001, junio 2002
Sucre, Junio 2014