La Primera Defensora de los
Derechos Femeninos en América Latina
Julia Cervantes (*)
La Historia es una Ciencia inexacta y quizás también injusta con muchos héroes que murieron en las sombras por no estar respaldados por el Poder de la pluma, que extiende en el tiempo todo aquello que guarda el sujeto en el alma y en los hechos. Nos ha maltratado la Historia como hasta ahora en muchos sitios nos ignora el mundo, por el único hecho de ser Mujeres, Manuela Sáenz es sin duda un referente Femenino único en América Latina por su siempre disposición a defender los Derechos de su Patria, esa pasión que la arrastro varias veces al peligro, la ha convertido Hoy en una Heroína sin comparación aunque durante muchos años se la tuvo injustamente relegada por el machismo imperante en la época donde no estaba bien visto que una mujer formara parte del ejército, ni de ninguna otra actividad exclusivamente delegada a los hombres, participo en varias luchas, en guerras encarnizadas, poseía una mente privilegiada se dice que siempre estuvo detrás de los planes intelectuales preparados para vencer al enemigo de los que siempre salía airosa en varias ocasiones gracias a su agilidad y destreza logro salvar la vida al Libertador Simón Bolívar quien fue su amigo y el gran Amor de toda su vida , como pasa en muchas ocasiones tarde pero se le ha dado el Lugar de privilegio que le corresponde, a la única verdadera Heroína nacida en América.
Es considerada, con sus debidos matices, como una de las primeras
feministas de América Latina y una importante líder revolucionaria de la
Independencia de América del Sur. En su tiempo fue también severamente criticada
por algunos de sus contemporáneos debido a su actitud
extrovertida, provocadora y
adelantada para la época, así como por la influencia política que llegó ejercer,
llegando a ser incluso desterrada y exiliada.
Aún muchas décadas después de su muerte, influyentes intelectuales e
historiadores omitieron su vida en sus obras sobre la historia de la
libertadora, así como otros la reducían a una condición decorativa romántica y
aun denigrante, tejiendo una leyenda sexual alrededor de su figura, la que sigue
teniendo peso en el imaginario popular.
Solo en la mitad del siglo XX, aparecieron biografías y ensayos en los que se
empezó a reivindicar su verdadero papel en la gran gesta libertadora de lo que
hoy son Ecuador, Colombia y el Perú.
En los últimos años ha sido convertida en un icono del feminismo latinoamericano
e
igual como sigue teniendo detractores su vida también es exaltada por escritores
e historiadores respetables como Alfonso Rumazo González, Germán Arciénegas o
Alberto Miramóm y Pablo Neruda y en todo caso, casi dos siglos después, es un
personaje que continua despertando odios y amores, ocasionando debates y
controversias.
A pesar de las críticas, siempre acompaño a Bolívar en sus acciones
libertadoras.
Hija del hidalgo español Simón Sáenz Vergara
y de la
criolla María Joaquina de Aispuru también de descendencia española,
nació en
la ciudad de Quito, Ecuador, el 27 de diciembre de 1797, aunque algunas fuentes
citan el año de 1795. Por causa del futuro nacimiento de Manuelita, su madre fue
enviada a la hacienda Cataguango, propiedad de los Aispuru, en la que, al
parecer, murió el día que nació Manuela o, según otras versiones, solo
sobrevivió dos años mas, por lo cual Manuelita, huérfana de madre, fue entregada
al convento de las monjas conceptas, en el que pasó sus primeros años bajo la
tutela de su superiora, sor Buenaventura.Se sabe que por sus talentos y dones
especiales su padre la llevó de visita a la casa que compartía con su esposa,
doña Juana del Campo y Larraondo, la que siempre trató a la
niña como "la ilegítima".
En esa casa nació un profundo lazo de amor con su hermano de padre, José María
Sáenz. A las negras Natán y Jonatás las conoció en los primeros años de su vida,
cuando salía del internado para pasar unos días en Cataguango, por lo que les
unió una amistad que se inició en la niñez y fueron sus inseparables amigas y
compañeras.
Luego de haber completado su formación con las conceptas, pasó al monasterio de
Santa Catalina de Siena (Quito), de la Orden de Santo Domingo, para concluir así
con la formación que en ese tiempo se impartía a las señoritas de las más
importantes familias de la ciudad. En ese lugar, aprendió a bordar, a elaborar
dulces y a comunicarse en inglés y francés, habilidades y labores que fueron con
las que se mantendría en sus años de exilio en Paita (Perú).
A los 17 años de edad, huyó del convento, en un episodio del que se sabe pocos
detalles y del cual ella no hablaba, pues al parecer fue seducida y luego
abandonada por Fausto D'Elhuyar oficial del Ejercito Real, sobrino de Juan José
e hijo de Fausto Elhúyar (los descubridores del tungsteno).
En diciembre de 1816, Manuela conoció en Quito a James Thorne, acaudalado médico
inglés veintiséis años mayor que ella, y Simón Sáenz, su padre,
como era costumbre en la época y por razones de conveniencia, pactó su boda para
julio de 1817.
La boda se celebró en Lima, entonces capital del Virreinato del Perú, ciudad que
no conocía las condiciones "ilegítimas" de su nacimiento, por lo cual Manuelita
fue aceptada en el ambiente aristocrático de la ciudad virreinal como ya había
sucedido con Rosa Campuzano, la guayaquileña con quien Manuela hizo gran amistad
y se involucró de lleno en actividades políticas, en una evidente atmósfera de
descontento con las autoridades españolas, en la cual las mujeres ejercían una
gran influencia en los círculos virreinales para conseguir empleos a sus padres,
esposo e hijos, por lo que estaban informadas de los acontecimientos en el
virreinato, siendo esta una de las razones que explican la decidida
participación femenina en los movimientos revolucionarios, apoyando la causa de
Bolívar por liberar la Nueva Granada y de San Martín por independizar el Perú.
En este ambiente, Manuela contribuyó decididamente en el cambio del batallón
realista "Numancia", del cual formaba parte su hermano José María.
Por sus actividades pro independentistas, el general José de San Martín,
luego de
haber tomado Lima con sus milicianos y proclamado su independencia el 21 de
Julio de
1821,
le concedió a Manuela, el título de "Caballeresa del Sol" de la "Orden El Sol
del Perú"
En 1821,
a raíz de
la muerte de su tía materna, Manuela decidió regresar al Ecuador, para reclamar
su parte de la herencia de su abuelo materno, y viajó con su medio hermano,
entonces oficial del batallón Numancia, ya integrado al ejército libertador con
el nombre de Voltígeros de la Guardia y bajo las órdenes del general Antonio
José de Sucre, que había recibido la orden de trasladarse a Quito.
En los eventos de entrada triunfal de Simón Bolívar a Quito, el 16 de junio de
1822, Manuela Sáenz de Thorne lo ve por primera vez
en un evento
narrado por ella en su diario de Quito:
"Cuando se acercaba al paso de nuestro balcón, tome la corona de rosas y ramitas
de laureles y la arrojé para que cayera al frente del caballo de S.E.; pero con
tal suerte que fue a parar con toda la fuerza de la caída, a la casaca, justo en
le pecho de S.E. Me ruboricé de la vergüenza, pues El Libertador alzó su mirada
y me descubrió aún con los brazos estirados en tal acto; pero S.E. se sonrió y
me hizo un saludo con el sombrero pavonado que traía a la mano..."
a partir
de este suceso y de un encuentro posterior en el baile de bienvenida al
Libertador, él le manifiesta como
"Señora: si mis soldados tuvieran su puntería, ya habríamos ganado la guerra a
España..."
Manuela y Simón Bolívar se convirtieron en amantes y compañeros
de lucha durante ocho años, hasta la muerte de éste en 1830.
Al año siguiente al que se conocieron (1823), Manuelita acompañó a Bolívar hasta Perú y estuvo a su lado durante buena parte de las campañas, participando en ellas activamente, hasta culminar la gesta libertadora cuando se radicaron en la ciudad de Santa Fe de Bogotá. Durante su estancia en esa ciudad, el 25 de septiembre de 1828, Bolívar fue objeto de una intentona de asesinato, frustrado gracias a la valiente intervención de Manuelita. Los enemigos del Libertador, habían conjurado para darle muerte aquella noche de septiembre. Al entrar al palacio de San Carlos (hoy día sede de la Cancillería de Colombia), frente al Teatro Colón, Manuela se da cuenta del atentado, y se interpone a los rebeldes, con el fin de que Bolívar t tiempo de escapar por la ventana. En esta casa se colocó una placa con las siguientes palabras:
"SISTE
PARUMPER SPECTATOR GRADUM / SI VACAS MIRATORUS VIAM SALUTIS
QUA SESE LIBERAVIT / PATER SALVATORE PATRIAE / SIMON BOLIVAR / IN NEFANDA NOCTE
SEPTEMBRINA AN MDCCCXXVIII"
"DETÉNTE, ESPECTADOR, UN MOMENTO / Y MÍRA EL LUGAR POR DONDE SE SALVÓ / EL PADRE
Y LIBERTADOR DE LA PATRIA / SIMÓN BOLÍVAR / EN LA NEFANDA NOCHE SEPTEMBRINA
1828"
Por estas acciones, Bolívar
mismo la llamó la "Libertadora del Libertador".
Thorne en varias ocasiones pidió a Manuela que volviera a su lado. La respuesta
de Manuela fue contundente: seguiría con Bolívar y daba por finalizado su
matrimonio con el inglés.
Bolívar dejó la capital al exilio de la Gran Colombia en 1830, y falleció en la
ciudad de Santa Marta producto de la tuberculosis, sumiendo a Manuela en la más
aguda desesperación, en la que intentó suicidarse haciéndose morder por una
serpiente. A
la muerte del Libertador, las autoridades de Bogotá expulsan a
Manuela de Colombia. Ella parte hacia el exilio en la isla de Jamaica. Intenta
regresar a su tierra en 1835, y cuando se encontraba en Guaranda, Ecuador, su
pasaporte fue revocado por el presidente Vicente Rocafuerte, por lo que, sin
tener a donde ir, sin tener la Patria por la que luchó, decidió instalarse en el
pueblo de Paita, al norte del Perú. Lugar en el que fue visitada por varios
ilustres personajes como el escritor estadounidense Herman Melville (autor de la
novela Moby Dick), el patriota italiano Giuseppe Garibaldi (quién la acompañó en
sus últimos momentos), el escritor peruano Ricardo Palma (que se baso en sus
relatos para redactar parte de sus Tradiciones) o el escritor venezolano Simón
Rodríguez. Durante los siguientes 25 años se dedicó a la venta de tabaco, además
de traducir y escribir cartas a los Estados Unidos de parte de los balleneros
que pasaban por la zona, de hacer bordados y dulces por encargo.
En 1847, su esposo murió asesinado, siendo incapaz de cobrar ni siquiera los 8.000 pesos de la dote entregada por su padre al momento de su matrimonio. A los 59 años de edad, "Manuelita" sucumbió durante una epidemia de difteria que azotó la región el 23 de noviembre de 1856. Su cuerpo fue sepultado en una fosa común del cementerio local y todas sus posesiones fueron incineradas, incluidas una suma importante de las cartas de amor de Bolívar y documentos de la Gran Colombia que aún mantenía bajo su custodia. Manuelita entregó a O'Leary gran parte de documentos para elaborar su Biografía sobre el Libertador. De quién Manuela dijo: "Vivo adoré a Bolívar, muerto lo venero".
Manuela Sáenz es sin duda uno de los personajes más interesantes de las guerras de independencia de América del Sur. Su relación con Simón Bolívar no opaca sus propios méritos personales, como una de las grandes defensoras de la independencia de los países sudamericanos y como una de las más destacadas y avanzadas defensoras de los derechos de la mujer.
Manuela Sáenz combatió en la Batalla de Pichincha a su regreso del Perú y recibió el grado de Teniente de Húsares del Ejército Libertador; posteriormente combatió en la Batalla de Ayacucho, bajo las órdenes del Mariscal Antonio José de Sucre, quien le sugirió a Bolívar su ascenso a Coronela, rango que le fue concedido. El 22 de mayo de 2007, en el marco de la conmemoración de la Batalla de Pichincha el Presidente de Ecuador Rafael Correa le concedió a Sáenz el grado de Generala de Honor de la República de Ecuador.
Daniel Florencio
O'Leary, dijo que Manuelita era una mujer excéntrica; muy inteligente y
manifestó siempre su valor a la libertad.
Al hablar de Manuelita Sáenz, se dice que fue la mujer providencia de Bolívar y
encontramos estos versos dedicados a ella:
"Manuela me estoy muriendo de eternidad a momentos....
Manuela, Manuela Sáenz: mi voz que busca la entraña
de tu conciencia de ser.
Manuela tanta palabra -peldaño o viento
o llave- Tú sientes como te quiero....
Tu sabes como mis brazos al imán de tus caderas
en marejadas llamean. Mi sangre a tu sangre clama,
Tu sangre es nido a mis nervios"
En la ciudad de Quito existe un museo dedicado a su memoria, creado el año 1994.
(*) http://juliacervantes.blogspot.com/